¿Por qué Graciela Gaviota?

Le dicen "Graciela Gaviota" desde que la periodista Matilde Baralia O Connell, escribió en 1,982 un hermoso reportaje en El Observador titulado:

 

"UNA GAVIOTA LLAMADA GRACIELA" con motivo de la Presentación de su libro "Alma de Gaviota".

 

"Una GAVIOTA con las alas abiertas, invitándonos a conocerla más por medio de sus libros... No te detengas. Te aseguro que será fascinante entrar en el corazón de esta mujer".

Las Musas de Gaviota...

"Definitivamente el amor, el mar, la soledad, el dolor, mis hijos y la vida misma, con todos sus pequeños detalles, son los inspiradores de todos mis trabajos literarios"- nos dice Graciela Gaviota en el reportaje que le hicimos recientemente.

¿Cuál es su rutina?... ¿Cuándo escribe?...

"Tengo una vida mas o menos organizada como cualquier persona... pero ¿escribir?...Lo hago en cualquier momento... en la calle, en la casa, en el parque, a la media noche... en una servilleta... No. Para eso no tengo ni horario ni reglas. La inspiración viene en cualquier momento y si no escribo la idea inmediatamente, ya no puedo mas tarde reconstruirla en todo su esplendor como cuando nació... Así es"- nos dice Graciela- "no puedo remediarlo".

¿Por qué sus libros son manuscritos?

Dice Graciela Larrea Herrick que esto fue realmente algo casual. Ella tenía ya sus borradores en limpio muy bien hechos... y pensaba pagarle a una secretaria para que se los mecanografiara... pero ¡había tenido tantos problemas! hacía poco cuando redactaba su tesis. La secretaria que la ayudaba, se olvidaba de párrafos y hasta de capítulos, cometía errores de ortografía... y fue tremendo para la poeta el trabajo de re-corrección .

 

Graciela Gaviota nos cuenta que aún le parece verse a sí misma sentada sola en un restaurancito de la Avenida Abancay, con su texto sobre la mesa, pensando, meditando en lo difícil que era encontrar un editor... admitiendo sus dificultades económicas... y cómo, entonces, en un gesto de rebeldía, pensó: "¿Por qué no lo presento así no más, escrito a mano, si mi letra es clara... si lo de mecanografiarlo podría ser una complicación más?... Y de allí en adelante ya no pensó en buscar un editor sino una imprenta que le hiciera el trabajo, así, manuscrito... Y más adelante lo consiguió.

Anécdotas...

Estaba en un nuevo gran problema: El dinero... ¿De donde sacarlo? Entonces nos cuenta con la voz enronquecida por la emoción que mirando la foto de su madre muerta, de la cual había heredado una "esclava" de oro, sumamente pesada, le vino a la mente una frase de ella: "Las alhajitas sirven para sacarnos de apuros, hijita"... Graciela creyó firmemente que este era un mensaje de su buena mamá desde el Más Allá e inmediatamente tomó la decisión de venderla... Obtuvo por ella muy buen dinero, con el que cubrió la mitad del costo de la imprenta. Para la otra mitad... ya se vería....

Más anécdotas...

Y otra circunstancia, también casi novelesca, fue cuando habiendo conocido a un señor muy culto y fino al que le presentaron como dueño de una afamada imprenta de Lima, ella confió en él y le entregó su manuscrito para que él le pidiera un presupuesto... Increíble... ¡Nunca más vio a ese caballero! Su teléfono no contestaba jamás... pero, felizmente Graciela recordó que él le había dicho que pertenecía al Club de La Unión y haciendo "malabares" pudo llegar hasta la hija del señor en cuestión, que le dijo que su padre padecía de lagunas mentales... y que estaba muy enfermo.... "¡Que horror! ¿Adonde abrá ido a parar mi libro?" - pensó Graciela. Sin embargo, persistente como siempre, siguió indagando y sus averiguaciones la llevaron a la Escuela Superior de Guerra Aérea... Allí un Coronel, sumamente gentil, le confirmó que en realidad el señor XX, le había llevado el manuscrito en un sobre para pedir un presupuesto. Este quedó encima de su escritorio, junto a una ruma de sobres idénticos que se repartirían a todas sus dependencias del Perú... y que, al parecer, la primera obra de Graciela se había ido por error junto con ellos a algún pueblito remoto..."¡Dios!"- pensó Graciela -"Ayúdame Señor a encontrarlo". Se mandaron telegramas a todas partes, indagando, pero el libro nunca apareció.

 

Felizmente nuestra poeta, prudentemente, había inscrito el libro en el Registro de la Propiedad Intelectual y no fue difícil conseguir el duplicado. Firmó un contrato con el Coronel de la Escuela donde se perdió el original para que se lo hicieran en su imprenta.. Al mes ya tenia el trabajo acabado. Y ya con las rumas de los mil libros en su sala, llamó a su hijo mayor y le dijo: " Hijito, acabas de tener un hermanito..."

 

Tras un breve silencio por la sorpresa... ("¡Cómo no me di cuenta de su embarazo!..."- pensaría su hijo mayor). Pero, tras jocosas aclaraciones, grandes carcajadas sellaron el evento.

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Nuestra Poeta siempre tenia una gaviota pintada en su casa

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